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En el quinto programa, las improvisaciones de Andreu y Berto sirven para evidenciar que tampoco son expertos en materias como las arrugas en los testículos, los pelos en las orejas, la necesidad de lavar las escobillas del baño, el diseño de una ouija con texto predictivo o las posibilidades de que te caigan siete rayos encima. Aprovechamos para pedir disculpas a los oyentes que, una vez más, se irán a dormir sin haber resuelto sus dudas.

Andreu y Berto afrontan el cuarto programa con la humilde actitud del que no sabe nada, para resolver cuestiones de alto calado como: por qué nos gustan tanto las tetas, por qué no envejece el pelo de Georgie Dann, por qué escoge un médico ser proctólogo, por qué han vuelto con tanta fuerza las barbas o por qué hay letra pequeña en los contratos. Lo sentimos. Demasiados porqués para tan poca capacidad de respuesta.

En el tercer programa, los ilustres Andreu y Berto dan rienda suelta a la improvisación para responder a temas nunca antes planteados, como el taparrabos de Sandro Rey, el peligroso arte de flambear, los maquilladores de perros, el intento de llamarle «ensaimada» a la @, o las personas que parece que lleven puesto un filtro de Instagram. Sus reflexiones, una vez escuchadas, hacen justicia al nombre de este programa: nadie sabe nada.

En el segundo programa, Andreu y Berto recogen los dilemas de la población sobre temas tan debatidos como la inminente abdicación del rey Juan Carlos, el sentido del humor de Kim Jong-un, el mal envejecer de los niños prodigio, la moda de enseñar medio culo o cómo juegan a los dardos los astronautas. Sus respuestas son totalmente coherentes con su nivel intelectual: simples y elementales. No dan para más.

Andreu y Berto vuelven a la carga en la cadena SER para resolver dudas tan inverosímiles como la longitud de las pestañas, el cajón que hay debajo del de los cubiertos, la compra por impulso o por qué cualquier animal exótico cocinado sabe a pollo. Han empezado bien, pero tranquilos, la temporada es larga y todavía tienen tiempo de estropearlo.

Andreu Buenafuente y Berto Romero vuelven a la SER con ‘Nadie sabe nada’, Una propuesta de improvisación en estado puro, con público en directo desde el estudio Toreski de Radio Barcelona. Entra en CadenaSer.Com y deja tu pregunta, Andreu Buenafuente y Berto Romero darán respuesta a tus dudas existienciales cada fin de semana.

En el último programa, Andreu y Berto lo dan todo, pero sigue siendo insuficiente, porque a ver quién es el listo que encuentra respuesta a cuestiones como el alarmante tamaño de los recipientes de palomitas, las ventajas de haber nacido por cesárea, los inconvenientes de la Alta Definición o la flora intestinal de José Coronado. En fin, hasta aquí la temporada. Dicen que la próxima, si eso, ya lo harán bien. Besos de Andreu y Berto.

En el séptimo programa, Andreu y Berto demuestran que no conocen el significado de los verbos esclarecer, dilucidar, definir o resolver, cuando se enfrentan a dilemas como la mejor manera de despedir un mail, la caprichosa forma de las orejas, el dudoso placer de la pesca, el desayuno excesivo en los hoteles o el parecido de Kim Jong-Un con una señora mayor. Lo único que hacen es «improvisar», pero tampoco les pregunten qué significa eso.

En el sexto programa, Andreu y Berto dedican sus dos neuronas a esclarecer grandes dudas que inquietan a la Humanidad, como por ejemplo, cada cuánto lavan las togas los jueces, el pelo incorruptible de Georgie Dann, el fraude del triángulo de las Bermudas, los lavabos con moqueta o cómo echar de casa con elegancia a las visitas. Pedimos disculpas si sus explicaciones no cumplen las expectativas. La culpa es de ustedes por esperar demasiado de ellos.

En el quinto programa, Andreu y Berto se examinan ante una audiencia sin piedad, que les somete a cuestiones de gran calado como: dónde van las llamadas perdidas, cómo se dobla una esquina, la inteligencia de los cerdos, los monederos de vieja con cierre de bolas o lo sobrevalorado que está el 3D. Como no han estudiado, se inventan las respuestas con un resultado desastroso a la par que divertido.